domingo, 21 de febrero de 2010

números

1
Es como casi un tratamiento
un entrenamiento
para obtener conocimiento
y mejorar mi entendimiento
y todo rimo, porque claro
ahora si que rima, encaja,
lo veo …
cuando llega el momento de no saber
no sé , ¿qué día es?, ¿qué mes es?, ¿qué existió?, ¿qué no existió?
¿en qué año estamos?, ¿por qué hago tal cosa?, ¿quien soy?
¿en qué trabajo?, ¿qué debo hacer?, ¿cuál es mi número de celular?
¿cuál es mi dirección?, ¿dónde solía ir?, ¿quién es ese admirador que me desea?
no saber nada, es como lindo y a la vez raro,
y lo más gracioso es que aun no sé ni cual es mi propio número, ni mi dirección, ni mi admirador, ni nada, porque no busco las respuestas solo vivo.
Como un pajarito que vuela,
y un día (creo que era 30)
llegar, correr, ver a un abuelo ser atropellado, pero seguir
luego cortarse los dedos y manchar el “trabajo con sangre”, y seguir
después ver como el transporte atropella a un perro, nuevamente seguir (pero estremecida, metida en el asiento), después quedar sin bencina, seguir seguir seguir, hasta llegar a un cerro tirarse de rodillas al piso y casi gritar, una nebulosa en el cielo, poco sol, las mejillas heladas, los ojos rojos, las manos temblando, las piernas rigidas, el pelo desordenado, la mirada perdida… deseos de que viniera ella a buscarme y tomara de mi mano, volver a la casa antigua, ven a buscarme, sálvame, sácame de aquí, defiéndeme de todas las personas malas, volver a tener 6 años por ejemplo.
Lo precioso fue salir de la catarsis, elevar mi mentón, fijar mi mirada y dirección, volar hasta el cielo, sentir esa adrenalina de vida, de historia, de sensación, un roble naciente.
Que dicha.

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